Existe estreñimiento cuando las evacuaciones intestinales tienen una
pausa de más de 48 horas, acompañadas por una cantidad mínima de heces duras como
el hormigón, y una grotesca y desagradable sensación en el cuerpo de una
defecación incompleta, es decir de no haber podido evacuar lo suficiente por ese dantesco orificio de salida con que la sabia
naturaleza ha dotado a nuestro trasero. Los estreñidos
somos unos miserables individuos que tardamos hasta 90 minutos
sentados en ese pedazo de losa fría, en el gran trono, apretando con
esmero y sin decoro el músculo esfintérico, sudando como sucios verracos, intentando no escuchar nuestros desgarradores gritos, leyendo la puta etiqueta del Don Limpio, balanceándonos
gilipollescamente, esperando estérilmente a que salgan los frutos putrefactos
de nuestras entrañas. Ya podemos ponernos ebrios de fave de fuca, laxantes y demás mariconadas para regular el intestino, que el maldito chorizo se niega a salir.
Suele suceder cuando los jodidos desechos fecales se movilizan muy lentamente a través del intestino grueso, generando evacuaciones aisladas y dolorosas, con frecuentes desgarros oculares e incluso el estallido de arterias cerebrales.
El estreñimiento está relacionado con problemas de vesícula, de corazón, venas varicosas, apendicitis, hemorroides, hernia de hiato, artritis o divertículos. Las heces que se retienen en el colon liberan toxinas en el organismo causando una despiadada autointoxicación que puede producir síntomas tan variados como dolores de cabeza, fatiga, falta de concentración y cierta dificultad al caminar.
Son
variopintos, estúpidos y sumamente divertidos los consejos de los expertos para combatir
tan atroz disfunción:
Suele suceder cuando los jodidos desechos fecales se movilizan muy lentamente a través del intestino grueso, generando evacuaciones aisladas y dolorosas, con frecuentes desgarros oculares e incluso el estallido de arterias cerebrales.
El estreñimiento está relacionado con problemas de vesícula, de corazón, venas varicosas, apendicitis, hemorroides, hernia de hiato, artritis o divertículos. Las heces que se retienen en el colon liberan toxinas en el organismo causando una despiadada autointoxicación que puede producir síntomas tan variados como dolores de cabeza, fatiga, falta de concentración y cierta dificultad al caminar.
La astricción es el
origen de diferentes trastornos como pueden ser el mal aliento, el hedor corporal, diverticulitis, fatiga, gases, dolores de cabeza, hemorroides,
insomnio, trastornos digestivos, mala absorción de nutrientes u obesidad.
-Iniciar una rutina en la que se intente defecar a una hora determinada del
día. ( ¿ Es recomendable poner la alarma de puto móvil a las 16.32 h? o ¿ mejor a las 10.22? ).
-Realizar ejercicio
físico. ( ¿Qué coño dicen? El ejercicio físico es una leyenda urbana).
-Seguir una alimentación rica en fibras, como verduras y cereales crudos. (Claro. Por la noche, saltaremos sigilosamente la valla de huerto del vecino, y tal conejo desnutrido, nos comeremos un par de zanahorias y un calabacín. Pero,,, ¡atención!, debemos hacerlo antes de las 10.22 h., horario que previamente establecimos como momento de la deposición fecal.)
-Beber gran cantidad de líquidos durante todo el día, y no olvidar que el agua
es el mejor laxante natural. ( ¿Agua?. El agua es inodora, incolora, insípida, zorra, gilipollas, y estúpida).
-Comer despacio y masticar bien los alimentos y procurar comer a horas regulares. Ayudarse con algunos remedios naturales tradicionales, como tomar infusiones de
semillas de zaragatona o decocciones de ruibarbo. ( ¡Joder! ¿No sirve el Gin Tonic en lugar de estos afrancesados brebajes?.)
-Tomar un zumito de naranja recién exprimida antes del desayuno. ( Pues nada, a ello. Cuando no levantamos a las 6.30 de la mañana, rebosantes de humor y alegría, nos entretenemos a exprimir las jodidas naranjitas de los cojones ).
A pesar de ser una patología
relativamente común, el estreñimiento es probablemente el último gran tabú
social. Si se comenta en público, se
hace en tonos confidenciales, o mediante un “chiste”, para evitar situaciones
embarazosas. Y ahí es dónde precisamente radica el problema. El veto al que se somete este trastorno es uno de los mayores frenos al tratamiento del problema.