jueves, 30 de agosto de 2012

EL SÍNDROME POST-VACACIONAL

Cuando se acaban las deseadas vacaciones nos enfrentamos muchas veces a nuestra cruda realidad. No sólo hemos recuperado los kilos que tanto esfuerzo nos costó perder antes del verano, sino que hemos cogido alguno más.
En época de vacaciones no hay límites. No hay exigencias. Es la orgia de la anarquía, la bacanal de la acracia, el desenfreno de la desidia. Algunos comen como cerdos y fornican como berracos. Otros beben como cosacos. Y yo, no cago hasta volver a casa. Nos divertimos haciendo los complejos ejercicios de Vacaciones Santillana.  Todo vale. Es el premio que nos ofrecemos a nosotros mismos por tanto esfuerzo dedicado durante la interminable jornada de trabajo anual.
El síndrome post-vacacional es algo tremendamente jodido que tod@s sufrimos a excepción de los funcionarios, que constituyen el único colectivo que con su galbana burocrática, no son propensos a dicho síntoma, ya que no existe diferencia entre su esfuerzo en vacaciones y el esfuerzo en período laboralmente activo. No es algo que se deba tomar en broma, es una depresión transitoria, es un malestar, una falta de concentración. Así pues, el síndrome post-vacacional nos afecta a todos, en mayor o menor medida.
Unas vacaciones prolongadas como las de verano, para aquel que pueda tenerlas, pueden provocar problemas al volver al trabajo: mala adaptación, olvidarse completamente de escribir y leer, estrés, nerviosismo, falta absoluta de motivación. Esta situación se conoce como síndrome post-vacacional. Estamos ante un conjunto de síntomas que reflejan un estado de ánimo como reacción de rechazo al trabajo tras un período más o menos prolongado de descanso. Estos síntomas pueden situarse próximos a la depresión, irritabilidad, alcoholdependencia, astenia, dolor escrotal, tristeza, apatía, gonorrea, ansiedad, insomnio, dolores musculares, tensión, náuseas, taquicardias, sensación de ahogo y problemas de estómago, entre otros.
Los expertos opinan   que el entorno de trabajo es un elemento fundamental junto a la percepción que de dicho entorno tenemos. Así, la relación con jefes, colaboradores y compañeros ha de basarse en una comunicación fluida, que puede hacer más llevadero el proceso de adaptación al regreso. Se  aconseja repartir o dividir el periodo de vacaciones de modo que podamos disfrutarlas en dos periodos siempre que sea posible. Una vez que el fin de las vacaciones está próximo, no dejar todo para última hora, sino regresar tres o cuatro días antes e ir adaptando nuestro ritmo al habitual. Al incorporarnos a nuestro puesto de trabajo, comenzar de manera gradual, siendo conscientes de que nuestro rendimiento irá creciendo en un par de días. Nos debemos integrar en la actividad profesional cuanto antes y si podemos, nos apoyaremos con una buena dosis de comunicación con nuestros colegas. La coincidencia de que el primer día sea lunes puede agravar esta situación. Dichos versados en la materia, aconsejan hacer la vuelta en un día diferente de la semana, así reduciremos el impacto psicológico de vuelta al trabajo. Retomar la vuelta al trabajo con una actitud positiva, con visión de reencuentro con la normalidad y nuestra tarea, será nuestra meta en los primeros días sin tratar de alargar este proceso.
Pero la realidad es totalmente diferente.  
Inútilmente, el ordenador se ha aliado con nosotros, en toda la mañana se ha producido un fallo informático que ha ralentizado el trabajo. Una mañana de leer correos atascados durante nuestra ausencia. Interesantes correos en los que chicas rusas nos declaran matrimonio, e.mails que nos ofrecen artilugios para alargar el pene y nuestro jodido banco, que nos pide el pin porque por problemas tecnológicos lo ha perdido.  Correos con circulares que uno archiva para leerlos con mayor detenimiento, teléfonos que vuelven a sonar como martillazos en la cabeza y ¡joder¡, una pereza enorme para retomar asuntos que quedaron pendientes; visitas programadas, reuniones con el personal, vistazos a las estadísticas, comentarios sobre incidencias durante nuestra ausencia. De nuevo las asquerosas caras de los compañeros que ya regresaron como nosotros y que de nuevo empiezan a tocarnos los cojones:
La decrépita de compras que nos enseña las fotos de su hijo, con rostro de lémur obeso, en su estancia en Eurodisney; el mantecoso de contabilidad, que sudoroso,  nos muestra las instantáneas capturadas con su nueva cámara en el hotel de Peñíscola. El nuevo de márketing, que alardea de sus conquistas en el Pachá de Ibiza. La octogenaria mujer de la limpieza, con marcados rasgos de campesina, que nos hace entrega de la morcilla de Badajoz. La inoportuna visita del jefe que nos relata con todo lujo de detalles su viaje a Bali. Y nosotros queremos estar solos. Bostezar en la más absoluta soledad, observar  con fascinación las musarañas, rascarnos las pelotas sin que nadie nos moleste.
Para ello, he ingeniado un astuto y tremenadamente eficaz método que nos garantizará que el día de nuestra reincorporación laboral sea plácida, y que ningún compañero ose entrar en nuestro despacho: el colirio para ojos con extracto de cebolla:





jueves, 23 de agosto de 2012

LA AGENTE DE SEGUROS

Llovía a cántaros y los truenos parecían que iban a provocar un estallido masivo de las ventanas de mi edificio en una tarde parda y fría de invierno. Un cóndor andino colisionó brutalmente contra el ventanal, partiéndose el cuello. No pude reprimir una sonrisa siniestra. Todavía me duraba la jumera de la noche anterior. Después de tomarme un ibuprofeno caducado y beber el agua del wáter al vomitar, saqué del bolsillo de mi pantalón el teléfono móvil para marcar el número de una hermosa mujer que había conocido la noche anterior en una discoteca latina. Morena, piel canela, curvas sugerentes y esos labios que prometían lamer los rincones más íntimos  con frenesí, con pasión... !Qué ojos¡ ¡Qué pechos !. Me había gastado más de 100 € en invitarla a copas y a bares. Mi indecoroso rostro se contrajo en una mueca indescriptible al colgar el celular. Era el teléfono de un jodido camionero de Huelva. Había sido engañado por enésima vez. Me sentí heraldo de los infortunios; portavoz de malas nuevas; decrépito adalid y abanderado de la desdicha.
La correspondencia se acumulaba en mi vieja mesa de roble; cartas, facturas sin pagar, publicidad y alguna suscripción caducada de revistas de zoofilia. Me llamó la atención una de las cartas que yacía inverosímil entre el caótico montón de papeles. Un cenicero lleno de colillas ambientaba la atmósfera. Destapé torpemente una lata de comida para gatos y la deglutí como si no hubiera mañana, mirando a un punto fijo del infinito. Abrí con mis temblorosas manos la carta: una multa por ir a velocidad anormalmente reducida por la acera. 150 € y tres puntos menos. Un sentimiento de cabreo se apoderó de mí. Caí de rodillas por la avalancha de sentimientos: ira, furia, rabia, confusión. Canté en hebreo, escupí hacia arriba, me abofeteé las mejillas con una espátula. Si hubiera tenido delante al agente que me sancionó,  lo hubiera lapidado.
Me administré media docena de enemas rectales tratando de tranquilizarme. Encendí mi viejo televisor para ver Bricomanía cuando el timbre de mi apartamento sonó.
Pensé que sería el correo comercial. Y desde el interfono escuché una voz sensual y desconocida que susurró -"Soy yo"-,  aquel método infalible para abrir toda puerta. No me sonaba la voz pero la abrí y esperé en mi portal quién fuera subiera por el ascensor. Atónito me fijé en la figura que había ascendido las escaleras. Allí andaba ella con su belleza y su esbeltez, elegante, refinada, impoluta, con ojos grandes y hermosos, tez morena, y pelo negro bellísimo.
-“Buenos días, Soy Lucinda Estéves, agente de Seguros “ La Morenita”.”-.
Me puse nervioso y me entraron mis estimados sudores. Antes de que la taquicardia que sufría, pasara a infarto, decidí invitarla a pasar a mi apartamento. Tomó asiento en el sofá salpicado de esperma, sofrito y aceite.
Tenía las piernas largas y muy bien formadas, y caminaba con gran soltura. De nalgas angelicales, Lucinda tenía una cintura muy pronunciada y aunque no fuera su mejor  atributo, sus pechos se notaban firmes y de buen tamaño. Era la mujer que cualquier varón quisiera poder coger tantas veces como fuera posible. El sólo verla despertó en mí los instintos más primarios. Tras una exquisita presentación de su compañía me preguntó si tenía contratado un seguro de vida. Sin duda era una mujer de éxito, con un profundo conocimiento de su producto y un afán incansable por aprender siempre más, lo que probablemente la había llevado a tomar varios cursos técnicos relacionados con su profesión y su rubro. Me sentía incapaz de dejar de contemplar aquella figura, como hipnotizado. Los ojos de Lucinda  me miraban fijamente, como queriéndome decir algo, casi suplicantes. Me levanté y fui  rodeando lentamente su inhiesta figura, escudriñándola en  todos sus detalles. Los ojos de  aquella agente de seguros me seguían, clavados como alfileres mientras me exponía una amplia gama de seguros de su compañía. La imagen parecía rodeada de un halo luminoso que se confundía tenuemente con el aparato eléctrico que caía en el exterior. Fue sólo un instante, pero un instante mágico que pareció durar minutos, en los que me sentí objeto de su atracción. Sin darme cuenta estaba firmando una póliza de seguro contra mordeduras de cocodrilos, compulsando un póliza que cubría  el vello de mi pecho, timbrando un seguro a todo riesgo para una moto que no tenía, una póliza que cubría mi escroto, un seguro profesional de ayudante de lanzador de cuchillos contra posibles daños, y una póliza que protegía mi sentido del gusto por cinco millones de €.




jueves, 16 de agosto de 2012

PASATIEMPOS INTELIGENTES

Crucigramas, sudokus, sopas de letras, grillas, siete errores, criptofrases, petanca, batallas navales, crúzex, juegos numéricos, enigmas lógicos, ruleta rusa o pasatiempos visuales son algunas  de las estúpidas maneras más entretenidas de ejercitar la mente y mejorar nuestras capacidades intelectuales. Sin que nos demos cuenta, estamos utilizando la lógica, la destreza, el ingenio y  la memoria, y ésto nos ayuda a mejorar la salud de nuestra mente y a mantenerla en forma. La memoria desempeña un papel crucial en todas las actividades cognitivas, incluida la lectura, el razonamiento y el cálculo mental. Existen varios tipos de memoria en el trabajo del cerebro. La memoria es una de las habilidades cognitivas que se puede notar más fácilmente cuando comienzan a fallar. Para mantener una buena memoria, es necesario capacitarla, y puede ser más fácil de lo que piensas. Escuchar música no es sólo agradable, esto nos puede ayudar mucho para recordar, escucha canciones nuevas y memoriza la letra, esto hará que aumente el nivel de acetilcolina, la sustancia química que ayuda a construir el cerebro, y mejorar sus habilidades de memoria.
Hoy, para mis apreciados lectores, propongo cuatro complejos desafíos que harán ejercitar vuestras mentes. 
Es necesario antes de empezar que os duchéis o os vistáis en la más absoluta oscuridad y, estrictamente obligatorio, cepillaros los dientes con la mano opuesta que utilizáis habitualmente. Estos aparentemente absurdos ejercicios, ayudarán a crear nuevas asociaciones entre las diferentes conexiones neuronales del cerebro y os permitirán resolver los siguientes enigmas:

EJERCICIO Nº1:
Aplicación de las matemáticas al mundo que nos rodea.
En la instantánea que mostramos abajo, podemos apreciar una bella señorita que lamentablemente, por un severo cuadro de escorbuto, ha perdido varias piezas dentales.
¿ Sabrías decir cuántos dientes le faltan a tan hermosa fémina?




EJERCICIO Nº 2.
Lógica gramatical. 
Ejercitar con el idioma es una actividad que reta nuestra capacidad de reconocer, recordar y comprender palabras. Asimismo, ejercer nuestra fluidez, conocimientos gramaticales y vocabulario. Con la práctica regular, puedes ampliar su conocimiento de nuevas palabras y mucho más fácil recuperar las palabras que están familiarizadas. Busca en el diccionario palabras nuevas y asócialas con otras, proponte aprender 2 o 3 palabras nuevas diarias. 
¿ Sabrías adivinar la siguiente secuencia gramatical?



EJERCICIO Nº 3.
Agudeza visual. Función Ejecutiva.
Sin ni siquiera darte cuenta, utilizas tu lógica y habilidades de razonamiento sobre una base diaria para tomar decisiones, construir hipótesis y considerar las posibles consecuencias de tus acciones. Actividades en las que debes definir una estrategia para llegar a un resultado deseado y calcular una solución. 
¿ Sabrías encontrar la diferencia entre estas dos fotos? en el menor tiempo posible son realmente actividades divertidas que uno haces a diario. 

EJERCICIO Nº 4.
Visual-espacial.
Vivimos en un colorido y tridimensional mundo. Analizando la información visual es necesaria para poder actuar dentro de su entorno. Para esta función cognitiva, intenta caminar en una habitación y recoger cinco elementos y su ubicación. Al salir de la sala, tratar de recordar los cinco elementos y sus ubicaciones. Si lo consigues, estás listo para resolver el siguiente.  
¿ Sabrías decirme cuál de estos cuatro pretorianos ciclistas es zurdo?





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