sábado, 26 de febrero de 2011

CONSULTORIO DÖCTOR PREPUZIO I

Preguntar es, con total seguridad, el primer paso para tener respuestas y satisfacer nuestra estúpida curiosidad. La dinámica de esta sección es senzilla. Consiste en plantear dudas, preguntas e inquietudes y dar respuestas de manera que el máximo protagonismo recae en los participantes del blog. ¿Me quiere, estará enamorado de mi?; Qué le pasará a mi periquito…¿ Tendrá terrores nocturnos?; ¿Cuando cesará la crisis?; ¿ Me operarán de fimosis? Son los típicos ejemplos de clásicas consultas. Marcado por un estilo soez y caústico, la razón de ser de esta sección es mantener una comunidad que brinde ayuda a las personas que busquen consejos y compartir sus problemas en un entorno de confianza. Política, rumorología, sociedad, deportes…todas vuestras dudas serán resueltas por el gilipollas que escribe estas diestras palabras.

Las dos únicas preguntas recibidas esta semana son las siguientes:

Oleguer Perelló  Cuéntenos Doctor Prepucio: ¿ Como es el silencio?

Apreciado Oleguer,
Durante la duración del silencio, no se oye nada de nada. El silencio es hastiado y aburrido de cojones. Es algo más que el no declamar nada. Es mucho más que parecer gilipollas. Constituye un significativo recurso paraverbal. Hay silencios que son más elocuentes que las palabras. El silencio se escribe, se ofrece a la escucha. En el lenguaje sexual también se grafía el silencio. Como decía Miguel de Unamuno, el silencio es la peor mentira. Por eso los mudos acostumbran a ser embusteros. El silencio es el camino hacia la mente natural, hacia la pura e interna reflexión. Es a la vez una meta, un método, un estado de consciencia y una bella metáfora. El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el sexo salvaje y desenfrenado. Y ¿ qué cojones quiere decir todo esto? Pues no tengo ni puta idea...


Diego Gomez Fernandez  A su majestad sR. Dr.prepuzio: la planteo la siguiente pregunta: De donde sale la lana virgen? 

Apreciado Diego,
La lana es una fibra natural que se obtiene mediante un proceso denominado esquila. Se utiliza en la industria manufacturera textil para confeccionar productos tales como sacos, cobijas, ruanas, guantes, calcetines, bañadores, suéteres, tangas.
Contrariamente a las creencias populares, la lana no se obtiene de las ovejas. Esta fibra procede de la pelusa umbilical, mechones axilares y vello púbico de las toscas y rudas campesinas y lugareñas del Pirineo. Estas adustas aldeanas producen al año de uno a 3kilos de lana fina o de 2 a 6 kilos de lana gruesa, según la zona corporal que se esquile. La lana recién trasquilada suele ser muy sucia, poblada de pelos robustos como varas de bambú, por lo que debe someterse a un proceso de lavado industrial para lograr cierta uniformidad en el hilado.


 





miércoles, 23 de febrero de 2011

EL COLECCIONISMO, ESA ESTÚPIDA AFICIÓN

El ser humano, desde su nacimiento, por pura necesidad biológica, siente la perentoria y estúpida necesidad de tener junto a él objetos de muy diversa índole. El instinto coleccionista emerge en edad temprana y va acrecentándose con el paso de los años.
No existen preceptos a la hora de coleccionar objetos. El individuo racional recopila una amplia gama de los mismos, muchos de los cuales pueden parecer inverosímiles. Todo, absolutamente TODO es coleccionable.
Las formas de colección son muy variadas, desde el necio que recopila uñas podales al presuntuoso que busca la unicidad en una obra de arte.
Los objetos son indispensables para nuestra existencia, tienen un sentido, un significado único, estableciéndose una relación sumamente estrecha entre sujeto y objeto. La depravación, el deseo desorbitado ante una pieza, puede llegar a establecer con ella una relación de culpabilidad. Algunos coleccionistas las ocultan con el único propósito de que sólo puedan ser contempladas por ellos mismos. La clandestinidad, el secretismo, la enajenación hacia el objeto, lo convierten en materia de lujuria.
Es la vehemencia llevada al límite, la fuerza de los sentimientos sobre la razón, la victoria de lo visceral sobre el raciocinio.
Empezamos el mes de Enero con  insensatos y utópicos propósitos: Dejar de fumar, reducir la panza ‘cruzcampo’, publicar un best seller, apuntarse a un curso de pirómano, aprender euskera con los productos Eroski , algún misógino se propone coleccionar mujeres… y en cualquier kiosco, tenderete o librería que se tercie, lo aprovechan para ofrecer asombrosos coleccionables de dantescas muñecas, ridículos sellos, inútiles monedas, anillas de extintores, rústicos abanicos, tapones de corcho, sobres de azúcar, vulgares dedales, mugrientos posavasos, vitolas de puros, muñecas hinchables, minerales radioactivos, ballestas medievales, pistolas, escopetas, rifles, bazocas, tanques, y un largo etcétera. 
La estratagema radica en regalar los tres primeros fascículos del coleccionable, para adquirir semanalmente la nueva entrega a precio prohibitivo.
La mayoría de las colecciones duran años, lustros e incluso décadas. El intrépido que logra finalizarla ha invertido su patrimonio en la jodida colección. Y pese al fantástica estantería de madera hueca que nos regalan al terminar la compilación, nos preguntamos. ¿ Ha merecido la pena?. La respuesta es evidente.
Por ello, propongo para los amantes de esta estúpida afición una alternativa sumamente económica, tremendamente original y particularmente exclusiva: El coleccionismo de mierdas de perro en frasquitos de cristal. Esta excelente iniciativa, nos permitirá etiquetar los excrementos perrunos con fechas, lugares, por su valor sentimental e incluso de acuerdo con lo que creemos que había comido el jodido canino.




sábado, 19 de febrero de 2011

¡¡EL YETI EXISTE!!


¿Qué cojones es el Yeti? ¿Quién coño es el maldito Migou? ¿Hombre, mito o monstruo?.  Dicen quienes creen haber visto a esta lanuda fiera, que se trata de un atroz críptido parecido a un orco, de apariencia cuasihumana, repugnantemente cubierto de mechones, que deambula por frondosidades y cordilleras de medio mundo, generalmente acojonando a pueblerinos y campesinos.
Llamado dzu-teh por los sherpas nepalíes, cuentan que mide entre 3 y 3,75 metros de altura. Detallan que su casposo pelaje está formado por dos capas: una interna, sucia y espesa, de pelo corto rojizo, y otra más suelta, formada por largos pelos grisáceos, pardos o negros que cobija pequeños mamíferos nocturnos. Tiene la frente pronunciada, los ojos hundidos, ictericiosos, carentes de iris, y unas mandíbulas prominentes. De cejas como espantosas bufandas de lana, relatan los crédulos que aseguran haberse cruzado con él, que es una criatura exenta de cuello, y una espalda despiadadamente musculosa. Dicen, que sus brazos, hérculeos y robustos, llegan hasta los tobillos, y que las piernas son macizas y arqueadas. Su pene, gigantesco, puede llegar a medir 95 cm y sus testículos pesar alrededor de 15 kg. Desprende un hedor característico, fétido y nauseabundo. Explican los lugareños del Tíbet que tiene costumbres nocturnas y rehuye al hombre. Su aullido se parece al graznido de la gaviota aquejada de hemorroides.
Su comportamiento es idéntico al de un primate: sus dientes, del tamaño de teclas de un piano, son exhibidos como forma de intimidación; se rasca nerviosamente la zona escrotal, destruye objetos con violencia y ferocidad,  y manifiesta su cólera saltando patética y rítmicamente en el sitio  arrancando manojos de hierba.
Los expertos no se ponen de acuerdo a la hora de verificar si los testimonios modernos sobre la abominable criatura de las nieves son consecuencia de tradiciones legendarias, o si las crónicas añejas demuestran que tales bestias han existido durante generaciones y que es posible que aún vivan en regiones inhóspitas. Las supuestas pruebas físicas encontradas —huellas, restos fecales, pelos y fotografías trucadas— resultan controvertidas, y el resultado de las investigaciones demuestra que se trata de interpretaciones inciertas (como huellas borrosas de un animal conocido) o meros fraudes.
Hoy, Sábado 19 de Febrero de 2.011, una ambiciosa expedición del National Geographic, ha encontrado la prueba definitiva que demuestra la existencia de tan miserable criatura. La duda que intrigaba a los científicos se ha disipado: El Yeti existe. Las evidencias son unas huellas que la cruzada descubrió esta madrugada en una paradisíaca playa de las Islas Cook ( Pacífico Sur ). He aquí el hallazgo:





jueves, 10 de febrero de 2011

COMO QUITAR EL JODIDO BARQUITO DE LA BOTELLITA DE CRISTAL


Un hobby tremendamente complejo
¿Cuántas veces hemos observado con verdadero asombro un bello galeón en miniatura, meticulosamente construido, dentro de una botella vacía?. Y siempre nos asalta el mismo interrogante: ¿¿Pero cómo coño lo habrán hecho??. ¿Perseverancia?. ¿Destreza?. ¿Paciencia quizá?. ¿Habilidad?.¿Ingenio?.Tal vez... Mucho tiempo libre y mano firme, seguro. Siempre me ha fascinado esta variante del modelismo naval. Pese a su nula utilidad, esta legendaria y enigmática práctica es un arduo desafío a nuestra habilidad manual. Lamentablemente, mis temblores en la mano, gratamente recibidos en el vaciado de mi vejiga, me impiden ensayar con esta inservible técnica centenaria. Según los diestros artesanos, el secreto de este rompecabezas mecánico radica en diseñar con características muy concretas las piezas, no solo para que penetren por el cuello, sino que una vez dentro puedan manejarse como se desee: el mástil, previamente talado con una microsierra metálica, debe montarse sobre un eje giratorio construido con una porción de alambre; las cangrejas, botalones y pértigas han de pivotar en su punto de anclaje; los hilos de maniobra deben dejarse lo suficientemente largos como para poder manipularlos desde fuera de la botella una vez la jodida corbeta esté dentro. El velero, galeón o nave de Star Trek ( para los más audaces ), ha de introducirse por su popa ( o parte trasera para los profanos ). Vencido el cuello de botella, se pega el casco por su base e izamos los mástiles tirando de los hilos y,... ¡¡A surcar los mares, marineros!!.
Tremendamente complejo, ¿no?. Sin lugar a dudas. Bien. Hoy voy a ilustrar lo que nadie ha descubierto hasta la fecha: como ejecutar el paso opuesto, es decir, la correcta manera de retirar el barquito de los cojones de la botellita de cristal. Es lo que doctamente, y en un esfuerzo sin precedentes, he bautizado como la "técnica del martillazo".:
Cúbrete los ojos con unas lentes de protección laboral. Se admiten también unas gafas de sol o unos prismáticos. Concéntrate. Respira profundo. Inhala por la nariz y exhala por la boca. Escupe la flema si la hubiese. Piensa en un limón. Visualiza el objetivo. Empuña un martillo o mazo de carpintero, y pam!, asesta contra la botella un martillazo seco y preciso.
He aquí un pedagógico croquis de esta sencilla y empírica técnica:



lunes, 7 de febrero de 2011

ME HAN DESPEDIDO

Hoy escribo estas palabras con el cerebro anquilosado y el alma pesarosa y afligida.
Desde el año 2.002 ejerzo como Creative Supermanager en una importante multinacional especializada en el marketing y la publicidad. Talento, inteligencia, capacidad analítica, exquisitez en el trabajo, destreza técnica y sobretodo creatividad, fueron las aptitudes que la presidencia corporativa detectó en mí cuando me contrataron.
Los comienzos fueron tremendamente funestos y lacerantes. Solía ser el blanco de las burlas de mis subalternos. Mi repulsivo rostro pútridamente colonizado por acné y herpes faciales, mis gigantescas orejas rebosantes de un rico ecosistema de acerbo cerumen, y los 120.000 gramos de pulposa carne, me convirtieron en presa fácil para unos colegas de trabajo que me relegaron como si de un leproso se tratara. Vivía en una perenne y despiadada soledad. Me escupían en el rostro sin motivo aparente. Me apellidaban a modo despectivo” Fiona”, como la decrépita esposa del orco Shrek. Me proferían brutales collejas en las orejas a fin de verificar si éstas producían aire, y me obligaban a almorzar en la barraca de los perros que custodiaban la empresa.  Incapaz de componer una eficaz técnica de autodefensa verbal para ampararme de las afrentas y ultrajes, hallé cobijo en la ingesta de masivas cantidades de alcohol de la pequeña  petaca que llevaba siempre conmigo y que rellenaba frenéticamente de whisky escocés. Siempre me encontraba en un estado de melopea que por la mañana se exteriorizaba con salmodias y estribillos de corte republicano, y al atardecer en las sátiras y juramentos contra la Iglesia y los capellanes.
Hace dos meses, un reconocido restaurante participado por una poderosa empresa de capital riego, nos confió su campaña publicitaria para el año 2.011, suceso que desencadenó una atroz contienda entre los creativos para adjudicarse el proyecto.
“Anastasio, quiero que de este proyecto te ocupes personalmente tu. Nada de ilustradores, guionistas, grafistas 3D, animadores,...No quiero que lo delegues a nadie. La empresa requiere de tu participación activa en esta operación. Nos la jugamos Tasio. ordenó con arrogancia el consejero delegado de nuestra corporación desatando entre mis compañeros de trabajo, por primera y única vez, un sentimiento de admiración.
Nuestro cliente exigía una original, moderna e impactante campaña publicitaria. En estricto cumplimiento de mis obligaciones, medité sobre el concepto, escruté el mercado, indagué con mi  argucia el target objetivo y planifiqué minuciosamante la estrategia a seguir para obtener un spot publicitario que cumpliera con creces las exigentes peticiones del cliente. Concebí así el mejor producto que mi sagaz mente había ideado hasta la fecha.
Esta mañana, el capullo del Consejero Delegado me ha citado en su despacho. Parco en palabras, y con semblante serio e imperturbable,  me ha comunicado que, en virtud a lo establecido a no sé qué cojones de artículo del Estatuto de los Trabajadores, estaba despedido.
Injusticia, atropello laboral, tropelía canallesca e ingominia profesional son algunos de los epítetos que ilustran tan alevosa decisión. Por mucho que indago en el asunto, soy incapaz de hallar los motivos.Tal vez, el proyecto en el que trabajé pueda proporcionarme la respuesta. Tal vez...:




jueves, 3 de febrero de 2011

EL FUNERAL DE RAMIRO TRUJILLO



Estaba yo desayunando un cuscurro de pan duro como el cemento y una lata de sardinas que abrí salpicándome ostensiblemente la camisa de aceite. Lo acompañaba con una generosa taza de café. Tenía glotonería. Pasaba las hojas del periódico deportivo casi en estado febril, y a riesgo de romper alguna, descubrí, en la sección de necrológicas, que Ramiro Trujillo había muerto. Lo cerré de un manotazo. Que noticia más trágica. Mis estrábicos ojos se nublaron de tristeza y abatimiento. Me mordí el labio inferior y no pude evitar que la taza tintineara sobre el plato mientras lo acercaba al fregadero. Arranqué a llorar. Maldije en voz alta, pasándome la mano por la frente mientras miraba la hora en el rústico y mugriento reloj de mi salón. El funeral se oficiaba en apenas hora y media. Llamé a Jacinta para explicarle lo acontecido. " Ha muerto Ramiro" le confesé en un luctuoso susurro. Ella quiso acompañarme en tan desoladores momentos. Llegamos al tanatorio cogidos de la mano. El salón estaba abarrotado. Un huesudo y dantesco capellán, con rostro de murciélago estreñido, impartía un emotivo discurso en el altar. El tosco y carcomido cajón fúnebre de Ramiro presidía la ceremonia. Su rostro tenía el habitual contorno contraído y sumido. Los labios mostraban lividez marmórea. Sus ojos no tenían brillo. Un cuerpo exento de calor. Habían cesado las pulsaciones. Ramiro nos había dejado sin avisar. La emoción fluía de un lado a otro, como una brisa marina. Ataviada con harapos negros, y completamente desgarbada, la viuda, abrumada por la pena, lo lloraba sin consuelo. Palabras de encomio y aflicción se mezclaban, dejando que la nostalgia desplegara sus sedosas alas. Caballeros de húmedas pupilas con semblantes compungidos, desencajados. Señoras decaídas que, con gestos pausados y metódicos se secaban el rimel corrido, enmedio de escenas de consternación y pena. Apesadumbrada, Jacinta acarició mi devastadora calvicie, en un estéril intento de consolarme. Pobre ingenua. En realidad, no había nada que confortar. No tenía ni puta idea de quién era Ramiro Trujillo. Desconocía por completo quién fue aquel longevo difunto.
Aprovechando el momento de silencio meditativo, le levanté de mi butaca, caí de rodillas echándome las manos a la cabeza y, rompiendo el silencio de la capilla, grité: Fecit poténtiam in bráchio suo: dispérsit supérbos mente cordis sui: Tu sum cabronae. Malditus cabronae: Degna terrae, cantate Deo, psallite Domino, tribuite Deo, Exorcizamus te, omnis imundiçus spiritus su. EXORCIZAMUS TE!!!”. Me levanté pausadamente colgándome un crucifijo en el cuello y, batiendo una vieja maraca con movimientos espasmódicos, me acerqué al sarcófago. Un murmuro de rubor recorrió la sala. Los allí presentes me miraron atónitos, estupefactos. Los tullidos nietos del difunto sostenían a la viuda a punto del desmayo, mientras el fachoso sacerdote agarraba el candelero tal templario preparándose para combatir.
"¡Secuaz de Satanás!. ¡Malditus puterus! .¡Sicut locútus est ad aptres nostros. Abraham et sémini ejus in saecu!" clamé mientras rociaba el cadáver con agua bendita. Sin tiempo para completar mi ritual, los servicios de seguridad del tanatorio se abalanzaron contra mi. Un certero puñetazo en la mandíbula me noqueó dejándome en el suelo moribundo.Desperté en una cama de hospital. Jacinta aguardaba pacientemente mi despertar. Con retumbantes carcajadas me besó la mejilla. " Eres grande Anastasio. Eres grande..." admitió con una hedionda sonrisa. 




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